4.8.11

Este jueves, relato. "La banalidad del mal"


Editorial.
Metrópolis, 4 de Agosto de 2011

La Real Academia Española dice que banal significa: trivial, común, insustancial. En inglés, sin embargo solamente la segunda de estas acepciones encaja con su significado más preciso.
A la pregunta de H. Arendt, algunos argumentan que no se trata de lo poco importante que es el mal, sino sencillamente por su omnipresencia y cotidianeidad.

Es un comportamiento que se prodiga en frío y los verdugos eluden toda culpa o responsabilidad individual. Es más, son verdugos y victimas al mismo tiempo, de forma que se puede dar en cualquier momento en cualquiera de nosotros.
En el Mundo, la relatividad existe, y el reparto de responsabilidad es proporcional a su resultado. Estas cosas “raras” como las llamaba Ortega y Gasset, suceden sin que esté en nuestra mano poder evitarlas. La banalidad del mal, es rentable, positiva, aceptada por una parte de la población por simpatía, inercia o condescendencia.

Recordando otro artículo al que hace referencia Juan Carlos, la mitad de la población española piensa que: “por unos trajes de mierda, no se puede montar la que se ha montado”  Una banalidad que por leve o trivial no merece la pena tenerse en cuenta y que evidentemente cuenta con la aquiescencia de una notable mayoría.

Echeburúa define ese límite entre enfermedad y normalidad: " Hay tres características que diferencian a las personalidades normales de los trastornos de personalidad:
1 ) la capacidad de funcionar de un modo autónomo y competente,
2) la posibilidad de ajustarse de una manera eficiente y flexible al medio social,
3) la capacidad de conseguir las metas propias, con el subsiguiente sentimiento de satisfacción subjetiva."

Están siempre alertas, muy atentos para “adivinar” la intención secreta de lo que el otro dice o está pensando, y poseen la capacidad para inocular sentimientos en el otro, para manipularlo. Están atentos a los signos del otro, sirviéndoles para eliminar las defensas de sus víctimas y poder aprovecharse luego de ellas. 


Relato.

Por los diarios volví a saber de Teodora. Volvió a birlar a los guardia cárceles y huyó nuevamente, sin que se sepa su paradero. A estas alturas, creo que ya no volveremos a saber de ella, siempre logrará encantar a alguien y obtener lo que busca: salirse con la suya, pese a quien le pese y cueste lo que cueste.
No obstante, su situación le pesaba como una losa, invisible a la vista de los demás. Había sido educada para la competencia y el éxito a cualquier precio y su vida eran un continuo vértigo.

No me llama la atención, después de haber sido víctima tantos años
de sus maldades encubiertas. Fueron innumerables las veces que me engatusó con su carita de niña compungida e indefensa, convenciéndome de lo que  jamás llegué a sospechar podía ser una treta más para obtener lo que fuera siempre que fuese en su
propio beneficio. Fui su títere, su ignorante cómplice, el instrumento de todo el mal que un ser humano es capaz de causar. Claro que ella no se reconoció ni se reconocerá jamás culpable. Ella agredía sin razón, por el solo hecho de conseguir algo, no diferenciaba el bien del mal, ni sentía arrepentimiento ni culpa. Hoy descubro que estuve sumergida en una pesadilla y que ella logró robarme años de mi vida.

Más banalidades de todo signo en el Blog de Juan Carlos

9 comentarios:

MARU dijo...

Esa complicidad encubierta y tolerada, creo que en español deberíamos llamarlo "la tolerancia del mal", es sin duda común a todos en todos los tiempos.Como comenta Gus en su post, desde Adan y Eva... cada generación "ha mirado para el otro lado" en muchas cosas.
La humanidad ha pasado muchas veces desde la más escandalosa laxitud de costumbres y trangresiones de leyes que él mismo se ha dado, al lado opuesto del péndulo; al puritanismo más acerbado y al dominio de los Talibanes del pensamiento más retrógrado.
En todos esos mundos sufren muchas personas. Es un circulo vicioso del que, por desgracias, creo que todos formamos parte.

Un magnífico artículo y un estupendo cuento.
Por cierto...Lo de los trajes...SÍ tiene importancia. Y los ERES, y MUCHAAAAAAAAAAAASSSSSSSSS cosas más.

Un besito grandote a los dos.

Unknown dijo...

uff...excelente!!! sin dudas! ahora quiero decir lo siguiente...en defensa de la psicología:

esta parte de tu relato


enfermedad y normalidad: " Hay tres características que diferencian a las personalidades normales de los trastornos de personalidad:
1 ) la capacidad de funcionar de un modo autónomo y competente,
2) la posibilidad de ajustarse de una manera eficiente y flexible al medio social,
3) la capacidad de conseguir las metas propias, con el subsiguiente sentimiento de satisfacción subjetiva.

no soy partidario de poner en items lo que es normal o no normal... porque sobre todo la normalidad no existe como tal, es un constructo social... por lo tanto, no es normal y necesaria la pobreza para que otros lo tengan todo y puedan vivir comodamente, y los pobres no son flexibles ante este mercado y son ineficientes para el mismo tratándose de sus propias reglas no? la capacidad de conseguir metas propias no deberia ser considerado como tal... porque... dadas ciertas condiciones estoy seguro que no se podría aspirar a nada... hay culturas fatalistas... dejados a la merced de un Dios que luego les dará su pan y su torta... mientras esperan ingenuos una muerte física y mental... bueno... me diste para pensar, y quería compartir con vos el pensamiento, que por suerte no nos hace nada mal a nosotros! sin dudas tu relato es muy bueno! (no me puse la bandera de psicología, simplemente hay categorías que se deben revisar, como la gran mayoria de categorias existentes para enmarcar a las personas :D

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Estupenda introducción para la convocatoria de este jueves a la que pienso sumarme en cuanto pueda.
El mal no es algo inmaterial e involuntario que se extiende y contagia desde afuera, sin que tengamos responsabilidad. Es como una mascota que requiere de nuestro alimento atención y compañía para desarrollarse fuerte y procrear. No podemos hacernos los inocentes ni pensar que otros son los culpables de que crezca y hasta tenga a veces tan buena prensa.

Un abrazo.

Natàlia Tàrraco dijo...

Lois y Clark, suscribo letra por letra vuestro artículo, supongo que firmado por la redacción del Daily, OK, no abundo.

La fascinación del "mal", caemos en sus redes, es mantis religiosa es espiral, anula, atrae.
No estamos a salvo pero tampoco somos inocentes mosquitas, habrá que plantarle cara a esa tela de araña.
Un relato sugestivo, envolvente, letal. ¿Somos normales? somos paranormales, robots ciegos, ausentes distraidos, infantiles, llorones, plañideras, la culpa siempre es del...anormal, así que autónoma y competentemente, !pasamos!
Me dio por lo fatal.
Besitoooos afamados reporteros.

Juan Carlos Celorio dijo...

Me ha encantado el relato, pero mas aún la presentación. En los días que llevo dando vueltas a la banalidad del mal me he dado cuenta de cuantos, en su trabajo, no hacen mal a cuenta de ordenes. No quiero ser demagogo, pero empleados de banca, de empresas transnacionales que ejecutan estrategias que dañan a importantes colectivos (veo en TV manifestaciones en Nigeria contra Shell), etc.
Por ello me ha parecido que esa introduccion clarifica el concepto.
Abrazotes, reporteros.

Susurros de Tinta dijo...

Lo habési escrito a dos manos?, la verdad reporteros es que si lo habéis hecho cada vez os fusionáis, adaptáis o mimetizáis más que ya no se que es de quien, o solo lo ha escrito uno de vosotros?, mira, esto me pasa por estar tanto tiempo fuera, que ya ni se identificaros, pero todo se andará... perfectas las dos partes, definición y ejemplo, miles de besossssssssssssss

Susurros de Tinta dijo...

Por ciero, ahora que leo el comentario de Gastón, estoy de acuerdo con él, yo siempre digo que la normalidad está desde el punto de vista de cada uno, por ello es tan importante ponernos siempre en el lugar del otro para entenderlo y desde luego antes de juzgar a nadie, más besosssssssssssss

San dijo...

El mal con carita de angel. Conseguir todo lo que se desea a que precio? Somos responsables de nuestros actos, somos responsables de ese mirar a otro lado, no podemos culpar siempre a los demás a ese entorno que nos condiciona, siempre nos queda la ùltima plabra,podemos elegir. Esa elección depende de nosostros.
Fina la linea que nos separa.
Reporteros unn abrazo.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Hay personas que para conseguir sus fines pisan a quien sea. Ahora que el complice también tiene delito por permitirlo, por muy enamorado que esté; menos mal que al final se dió cuenta.
Me ha gustado
Un abrazo


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