Metrópolis, 23 de Mayo de
2013
Editorial.
Nuestros linotipistas, en el
siglo XIX, tuvieron suerte al poder componer las palabras que una vez
distribuidas formaban los textos de la prensa escrita. Las acepciones para
definir los estados sociales eran claras y determinantes.
Hoy, con muchos más medios
las computadoras responden al reclamo de la ambigüedad para definir lo que los
de arriba insinúan y no quieren delatar.
Los ilustres y contundentes oradores
de entonces, se han convertido en los aburridos, hipócritas y mentirosos
retóricos de hoy. Los edificantes e ingeniosos parlamentarios de entonces han
dado paso a las verborreas más insufribles de los espantapájaros que acotan la
cámara de hoy.
Decir que ya estamos hartos
es decir poco, o tal vez lo que es peor… no decir nada.
Relato.
Estoy harta.
Había una vez en una charca, de cuyo nombre no puedo acordarme, un sapo prepotente y vanidoso que hacía gala de su gordura para humillar y oprimir a los otros sapos de su comarca. Por algún detalle torpe e injusto del destino, quiso la suerte que este anuro, pudiese ubicarse en el lugar más privilegiado del pantano, por donde pasaban los insectos más sabrosos.
A modo de aduana, se quedaba con la mejor caza, dejando lastimosos descartes para la congrua manutención del
resto de los habitantes de la grey. Su poder fue tan grande, que logró por temor reverencial, que sus iguales, tratados como súbditos, terminasen sirviéndole, cumpliendo con las reglas por él impuestas y nunca discutidas.
Pero hete aquí, que todo tiene un límite y la
piel de Glotón llegó a un punto, en que no pudo resistir más ingestas y el
sapo reinante reventó.
No fue fácil organizar la comarca, luego de
haber quedado sin el dictador, sobre todo, porque lo sucedido fue un accidente
y no el resultado final de un esfuerzo colectivo. Pero a la larga, los pobres
plebeyos, fueron tomando consciencia de sus derechos y aprendieron que
compartiendo se evitan los abusos, los desmanes, los despropósitos y sobre
todo, que una masa oprimida ya sin nada que perder algún día sin temer las consecuencias antes de proceder pueda gritar:
¡ESTOY HARTA!
habia
19 comentarios:
Tanto el prólogo como el relato, no tienen desperdicio. Los dos me han encantado. El primero por considerar, que no es bueno callarse, y el segundo por la avaricia del sapo, que reventó de tanto poder.
Moraleja: no comas pan con chorizo!.
Saludos muy cordiales
¿No querrás decir que hay que esperar a que LOS SAPOS revienten?, porque es que son muchos.
¡Hay que movilizarse!
Un prólogo y un relato que nos invitan a la reflexión. El primero me ha hecho pensar en la situación por la que atraviesa el periodismo actualmente, en el que considero que no se puede trabajar con toda la libertad que le gustaría a los profesionales. Un beso.
Pues aquí tenemos una cuadrilla de sapos, que se quieren quedar con todos los insectos y toda la charca. Algo creo que tiene que ver con la calidad del periodismo actual ...
Abrazos, amigos.
Lástima que tuvieron que esperar a que muriera para darse cuenta de todo lo que habían perdido, hay que luchar mucho antes.
Un abrazo
también creo que esos sapos terminan reventando. Me gusto todo lo que escribiste!!!!
Lástima que en la realidad, los "sapos" nunca revientan!
Abrazos para ambos!
P.d
me ha fascinado ese súperman volando entre pajaritos y arcoiris! ajaja
Eso ya lo he vivido yo y cando creía que todos podíamos ser felices, compruebo que la historia vuelve a repetirse.
Ese es mi hartazgo y mi grito.
Un abrazo.
Aún a riesgo de parecer "sapo" de mal agüero, te diré que lo frecuente es que el súbdito mejor colocado sustituye al tirano. El poder es una droga demasiado potente.
Para el primer relato, comparto con vosotros que los políticos de antaño eran políticos con carisma; lo que se ve hoy día (en general, alguna excepción habrá) no es ni sucedáneo de los primeros.
Para el segundo relato, es mi deseo pedir que todos los "sapos abusadores" acaben como el de tu relato: reventados por la codicia.
Muy buenas vuestras reflexiones.
Bss y bss.
Me gustó mucho la primer parte, una introducción que considero reflexiva.
El relato es genial, un buen final, justo.
Un beso.
Que cada glotón reviente, pero reviente de tal manera, para que los demás, tenga memoria y nunca mas se dejen esclavizar.
Abrazos x dos :)
Si hay que esperar a que los sapos poderosos revienten,al respo de los sapos nos saldrá pelo. Besote
Y si los reventamos???
Muy sabias reflexiones, como siempre!!
Besos chic@s!!
jajaja... me encanto me gusto mucho se me imagino un cuento para niños, muy buena forma de contar lo que hace la avaricia y la desigualdad
Que digo yo, mis queridos reporteros: ¿Y si propiciamos el reventón del sapo sin esperar a que su desmedida ambición lo haga explotar?, más que nada porque mientras eso sucede, al resto de la charca nos deja sin comer.
Un abrazo.
Buena la reflexión sobre la verborrea y mejor aún el cuento de sapo glotón. Pero estamos tan desengañados y hemos visto engordar tantos sapos que no han llegado a reventar que sería mejor si los reventamos de una vez. Quizá si envenenamos las charcas aunque sea a base de palabras....
Un beso.
¿Y cuanto ha de comer un sapo para que reviente? es para hacer un calculo más o menos aproximado.
Buena fábula.
Un abrazo.
¡Ojalá qué revientes todos! La masa por la revolución. Besos pareja
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